Los Bosques.

«Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida… para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido.» Henry David Thoreau.


Los bosques, esos espacios naturales tan llenos de magia, de misterio, de paz, de vida, de libertad… Los hay sombríos, oscuros e impenetrables ante la mirada y el afán del Hombre que, con su insaciable apetito de más y más, busca apoderarse de su espacio y doblegarlos. Otros son joyas más amables, sitios con cierto grado de domesticación, con senderos y miradores donde las personas pasean y echan un ligero vistazo a la verdadera Vida. Los bosques son la marca de la Naturaleza por antonomasia en Occidente como lo es el desierto en el norte de África o las selvas en los trópicos, lugares que atraen al alma de todo individuo al menos una vez en la vida.

Hoy, en un mundo tan alienado y en proceso de auto-consumición, acercarse a las últimas manchas forestales y protegerlas es un deber de toda persona que se precie, el respeto hacia la Naturaleza salvaje debe primar. El ser humano tiene derecho a crecer, a prosperar y dominar su medio; pero con respeto y cuidado, sin olvidar de dónde viene. Si un día perdemos la naturaleza salvaje podremos despedirnos del mundo, pues estaremos acabados. No hay lugares más llenos de paz, llenos de la vida trágica de la que tanto habla Nietzsche. Son sitios donde uno se encuentra consigo mismo, lugares de acción y pensamiento, de sabiduría innata y antigua. Uno puede amar las ciudades, la cultura candente y activa formándose a cada segundo, apreciar el movimiento de la urbe, vanagloriarse de los logros de nuestra especie y estar orgulloso, incluso a pesar de nuestros incontables errores; pero tarde o temprano necesita parar, tomar aliento y contemplar, simplemente vivir alejado del «mundanal ruido», respirar sin prisa y actuar sin ambición.

Somos parte de este mundo por muchos otros que inventemos en el seno de nuestra cultura, y como tal nunca podemos perder de vista nuestro lugar, las raíces que nos sustentan. Sólo contemplando la vida se le encuentra un sentido…

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